Sunday, October 28, 2012

Esto es sencillo

Otra ocurrencia de un poietés como Neruda, en este caso se trata de algo titulado "Esto es sencillo", de lo que voy primero a transcribir y luego a ver un poco sus palabras:


Esto es sencillo
Muda es la fuerza (me dicen los árboles)
y la profundidad (me dicen las raíces)
y la pureza (me dice la harina) 
Ningún árbol me dijo:
"Soy más alto que todos". 
Ninguna raíz me dijo:
"Yo vengo de más hondo" 
.
Y nunca el pan ha dicho:
"No hay nada como el pan". 
Punta del Este, Uruguay 1968








Se describe una situación en donde algunos seres comparten códigos comunes, tienen algún tipo de lenguaje que entre sí se pueden entender, o al menos, el poeta los puede escuchar: los árboles le hablan, las raíces y la harina también; sería como una especie de imposible epojé absoluta, en la que las cosas mismas se muestran a sí mismas, el ideal fenomenológico. Ahora bien, la fuerza, la profundidad y la pureza son mudas, no hablan, son silentes, pero los que habitamos en los lenguajes no podemos menos que tratar de hacerlas hablar de algún modo, aunque tal vez sea el silencio propio la forma de escuchar ese mudo silencio de la fuerza, la profundidad y la pureza que también calladamente hablan, o tal vez calladamente son. Con todo, el cariz comparativo, "más que", "nada mejor que", es visto con cierto aire peyorativo, y si contrastamos este cariz peyorativo con el título del escrito, entonces puede saltar a la vista una primera interpretación del mismo: la sencillez es el carácter de lo que es por el hecho mismo de ser como es. La fuerza es como es, aunque podamos tematizarla de algún modo, lo mismo que la profundidad y la pureza. El pecado original está en la comparación: allí ya todo pierde su sencillez y se convierte en lucha y competencia literalmente a muerte si lo vemos desde el punto de vista evolutivo. Lo que se resalta entonces, parece ser el dolor humano, pues una antropomorfización de los árboles, las raíces y la harina, no sería sino otra forma de expresar que efectivamente parte de la conflictividad humana viene por el hecho de comparar. ¿Puede alguien evitar comparar?, ¿será más costoso evitarlo que dejarla fluir?

Es otra muestra de que nuestra vida está todavía in media res, a mitad de camino, en mitad del asunto, pero parece que no sólo la vida particular de un sí, sino la de la especie en general. Entonces, tal vez, sea eso lo sencillo: comprender que el modo humano de ser es el conflicto de estar siempre in media res.





Friday, October 26, 2012

Heráclito esta mañana

Cada experiencia se constituye como única. Nunca nos sumergimos dos veces en la misma experiencia. Los miles de matices del color de tu cabello, texturas de un lado y de otro, cómo él se mueve cuando suavemente pasas tu mano sobre él y te lo acomodas, cómo de liso, de rizo, de azul o de gris está esta mañana, cómo tu voz irrumpe el espacio aún no sonoro, cómo tu nariz señala tu horizonte de mirada, tus aretes que bailan para no caerse cuando andas, cómo sonríen tus ojos, mueves tu columna o tuerces el torso ... vivir es como sumergirse en un mar estético único cada vez.


Algo parecido, parece, que se puede encontrar en este escrito de Mario Benedetti:



Variaciones sobre un tema de Heráclito

No sólo el río es irrepetible

tampoco se repiten
la lluvia el fuego el viento
las dunas del crepúsculo

no sólo el río
sugirió el fulano

por lo pronto
nadie puede
mengana
contemplarse dos veces
en tus ojos.









Thursday, October 25, 2012

¿En dónde ardubitás?

Ontábamos presufilóficos
unsurbes en tesis postreras,
transpensando incólumes la charla
extrufiñando tu presencia.

Robizontes de colores grises
asoman bitrúficos en mi ventana,
ausencia rústica y pampásica
dolor breviario y cortical








Monday, October 15, 2012

Aquella tarde

Aquella hermosa tarde de sol otoñal
palpitaba grande mi corazón en tu presencia,
adornada estabas de un cielo claro y juvenil
cuando te encontré buscando tesoros en tu libro mágico.
Era la profunda calma antes de la tormenta.

Tus suaves aromas percibía con intensidad,
tus ojos dulces y alegres,
líquidos y profundos,
tu voz luminosa e iluminadora,
timbre de estelas de mar...
me esperaba una presencia con
palabras de aguijón,
y con saetas encendidas de verdades evidentes.
Aquella tarde, sí, aquella tarde de sol otoñal
con un movimiento de tu mano interior me desnudaste,
emboscada salvaje de guerra no declarada,
abierto sin más, cuchillo de dos cortes,
acción pura sin contemplaciones,
mano hábil con tan poderosa arma.

De pronto, presa de tu caza, 
me encontré en frente tuyo,
desnudo, perplejo,
atrapado y sin salida,
esfuerzo inútil de gacela traspasada
por feroz garra de leopardo de estepa.
Tan sólo me quedó recogerme a mí mismo
y entre confuso, tocado, perplejo y desnudo,
te sentí como breve, pero fuerte huracán,
y nada más me quedó que recogerme a mí mismo.

Pasado el tiempo, después de muchas otras
sigo recordando aquella tarde,
tarde de vino nuevo,
de aromas suaves,
tarde única,
tarde de brisa suave y huracán.
Hoy me río de aquella tarde,
me río de mí mismo confundido,
también de tus nervios disfrazados,
pero aun así,
adoro tus palabras de escalpelo,
y la hermosa selva de tu cabello nocturno
de bella danza helicoidal.








Saturday, October 13, 2012

Nos hiciste llorar sin afligirnos

Tranquila, tierna y tímida la tierra se asoma en su aroma, y aunque en efecto haces llorar, menos mal no de aflicción. Me ha encantado esta oda a la cebolla, que es una oda a las simples cosas de la vida, la trascendencia de lo prosaico como una cebolla. Recuerdo mucho grandes extensiones de tierra en medio de una densa niebla por el bravo frío de la montaña, recuerdo en mi infancia esos campos de cebolla junto a la carretera, que anunciaban su presencia desde mucho antes de llegar cerca de ellas. Y sí, también recuerdo que no creía que uno podía llorar por ella, hasta que un buen día también a mi me pasó, y me pareció  asombroso e increíble. Transcribo esta hermosa oda de Neruda, homenaje a la vida simple y a las fragancias de la tierra.




Oda a la cebolla

Cebolla,
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.
Bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplicó la magnolia
levantando sus senos,
la tierra
así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada
a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.

Generosa
deshaces
tu globo de frescura
en la consumación
ferviente de la olla,
y el jirón de cristal
al calor encendido del aceite
se transforma en rizada pluma de oro.

También recordaré cómo fecunda
tu influencia el amor de la ensalada
y parece que el cielo contribuye
dándote fina forma de graniza
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios de un tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino.
Estrella de los pobres,
hada madrina
envuelta en delicado
papel, sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro,
y al cortarte
el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima
sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligirnos.

Yo cuanto existe celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos
globo celeste, copa de platino,
baile inmóvil
de anémona nevada.

Y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.