palpitaba grande mi corazón en tu presencia,
adornada estabas de un cielo claro y juvenil
cuando te encontré buscando tesoros en tu libro mágico.
Era la profunda calma antes de la tormenta.
Tus suaves aromas percibía con intensidad,
tus ojos dulces y alegres,
líquidos y profundos,
tu voz luminosa e iluminadora,
timbre de estelas de mar...
me esperaba una presencia con
palabras de aguijón,
y con saetas encendidas de verdades evidentes.
Aquella tarde, sí, aquella tarde de sol otoñal
con un movimiento de tu mano interior me desnudaste,
emboscada salvaje de guerra no declarada,
abierto sin más, cuchillo de dos cortes,
acción pura sin contemplaciones,
mano hábil con tan poderosa arma.
De pronto, presa de tu caza,
me encontré en frente tuyo,
desnudo, perplejo,
atrapado y sin salida,
esfuerzo inútil de gacela traspasada
por feroz garra de leopardo de estepa.
Tan sólo me quedó recogerme a mí mismo
y entre confuso, tocado, perplejo y desnudo,
te sentí como breve, pero fuerte huracán,
y nada más me quedó que recogerme a mí mismo.
Pasado el tiempo, después de muchas otras
sigo recordando aquella tarde,
tarde de vino nuevo,
de aromas suaves,
tarde única,
tarde de brisa suave y huracán.
Hoy me río de aquella tarde,
me río de mí mismo confundido,
también de tus nervios disfrazados,
pero aun así,
adoro tus palabras de escalpelo,
adoro tus palabras de escalpelo,
y la hermosa selva de tu cabello nocturno
de bella danza helicoidal.
No comments:
Post a Comment
Leave your comments, opinions or whatever you want, please ...