"Si el cuerpo humano ha sido afectado una vez por dos o más cuerpos al mismo tiempo, cuando la mente imagine después alguno de ellos, recordará al instante también los otros." Spinoza, E 2 / 18
Todavía resuenas en mi mente,
afección que no pude sino padecer,
ecos de voces y cortos diálogos,
como una cosa que lleva a la otra.
Tiempos, lugares y personas,
como cuerpos que a la vez me afectaron,
cuando yo me afectaba contigo.
Me afecta en el presente uno de ellos
y de inmediato apareces en mi
imaginación como eslabón perdido.
Ausencia perpetua que mi ser recuerda.
Te imagino todavía cerca de mi,
caras de una y de otra forma,
maneras, timbres y escritos,
caminatas de abastecimiento.
Almuerzos, mensajes, voces,
risas, formas y piel.
¿Cuándo mis nervios dejarán de resonar a ti?
¿Hasta que sea afectado por un afecto
que te excluya de mi existencia,
según el barroco y cauto judío holandés?
Pero, si eres ya parte imborrable de mi vida,
no es excluirte entonces lo que deseo,
sino imaginarte sin que vengan con esas imágenes
otros cuerpos que en mi memoria tengo.
¡Que fuerza tan grande la de los afectos!
Más fácil contar los cabellos,
que los afectos y movimientos del corazón,
afirmó el santo de Hipona.
¡Vaya que así parece!
Amén de lo que siento,
padecimiento singular,
operando según su esencial necesidad.
Con todo, me alegra saber que cada vez
resuenas con mayor debilidad,
y que las afecciones y los afectos
operan según su esencial necesidad.
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